Vamos a sumar 40 puntos y dejarnos de tonterías". La frase que en la madrugada del miércoles se escuchó en la jardinera que transportaba al equipo del aeropuerto de El Prat a pies del avión muestra bien a las claras la situación de crisis abierta que se vive en el Valencia. El rapapolvo del Barcelona ya es lo de menos. Ahora todo el mundo mira a la Liga. Al descenso. Jugadores acobardados, técnicos perdidos y directivos en otra onda. Así están las cosas en un equipo diseñado para pelear con los grandes de Europa y que en la actualidad sólo piensa en salvar la categoría.
Lo que ha sucedido en las últimas 48 horas entre los aficionados y la plantilla ha dejado demasiadas heridas abiertas. El recibimiento que cerca de 200 aficionados dieron al equipo a las dos y media de la madrugada en la Ciudad Deportiva es de los que no se olvidan. Insultos, golpes a los coches, cánticos ofensivos, acusaciones de todo tipo y una sensación de rabia contra la plantilla que dejó a muchos de los jugadores de Neville en estado de shock.
El propio Gary, acostumbrado a las mieles del triunfo en el todopoderoso Manchester United sintió el hierro cuando los hinchas enrabietados le cantaron "Gary vete ya" y le insultaron cuando abandonaba Paterna en su coche, junto a su hermano Phill pasadas las tres de la mañana del pasado lunes.
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